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Monólogo de Yago
Autor: Christian Zaid
Ignorenme si no es cierto!
Tres grandes personas de la ciudad han venido personalmente a pedirle, gorra en mano, que me hiciera su teniente, y, a fe de hombre, sé lo que valgo, y no merezco menor puesto.
Pero él, cegado en su propio orgullo y terco en sus decisiones, esquiva su demanda con ambages ampulosos, horriblemente henchidos de epítetos de guerra; y , en conclusión, rechaza a mis antecesores:-Porque , ciertamente, les dice, he elegido ya mi oficial.
¿ Y quién es este oficial? Un gran aritmético a fe mia, un tal Miguel Cassio, un florentino, un mozo a pique de condenarse por una mujer bonita, que nunca ha hecho maniobrar un escuadrón sobre el terreno, ni sabe más de las disposiciones de una batalla que una hilandera, a no ser la teoría de los libros, que cualquiera de los cónsules tocados podría explicar tan diestramente como el.
Pura charlatanería y ninguna práctica es toda su ciencia militar. Pero él, señor, ha sido elegido. Y yo , de quienes sus ojos han visto la prueba de Roda , Chipre y otros territorios cristianos y paganos, tengo que ir a sotavento y estar al pairo por quien no conoce sino el debe y el haber, por ese tenedor de libros. El, en cambio, ese calculador,será en buen hora su teniente; y yo, Dios bendiga el título, alférez de su señoría. ¿Y qué remedio me queda? Es el inconveniente del servicio. El ascenso se obtiene por recomendación o afecto, y no según el método antiguo, en el que el segundo heredaba la plaza del primero . Juzga ahora tú mismo, señor, si en justicia estoy obligado a querer al moro. (transición) Le sirvo para tomar sobre él mi desquite.
No todos podemos ser amos, ni todos los amos están fielmente servidos. Encontraran mas de uno de esos bribones, obediente y de rodillas flexibles, que , prendado de su obsequiosa esclavitud, emplea su tiempo muy a la manera del burro de su amo, por el forraje no mas, y cuando envejece queda cesante. Azoten a esos honrados lacayos . Hay otros que observando escrupulosamente las formas y visajes de la obediencia, ataviando la fisonomía al respecto, guardan sus corazones a su servicio, no dan a sus señores sino la apariencia de su celo, los utilizan para negocios, y cuando han forrado sus vestidos, se rinden homenajes a sí propios.
Estos camaradas tienen cierta inteligencia , y a semejante categoría confieso pertenecer- Porque , señor, tan verdad es que si fuera yo el moro, no quisiera ser Yago. Al servirlo soy yo quien me sirve. El cielo me es testigo, no tengo al moro ni respeto ni obediencia; pero se lo aparenté así para llegar a mis fines particulares. No soy lo que parezco.
Despierten.... Eh.... Hola....Brabancio.... ladrones....ladrones.....mira por tu casa...por tu hija... por tus talegos.... ladrones...ladrones ... soy uno que viene a decirte que tu hija y el moro están haciendo ahora la bestia de las dos espaldas (Ríe)(pausa)
El Moro cambió con mi veneno, los celos que provoqué en Otelo, las ideas peligrosas son veneno por naturaleza, que al principio apenas resultan desagradables al gusto, pero a poco que actúen en la sangre, arden como las minas de azufre.
Convertí en mi boca enormes mentiras detrás de las cuales escondí designios destructivos. ¡Odio al moro! porque se susurra que enamoró a mi mujer, no sé si es verdad, pero tengo sospechas, y me bastan como si fueran verdad averiguada.
Él me estimaba mucho: así pude engañarle mejor. Casio fue un apuesto mancebo. ¿Qué hice? Yo lo planifiqué despacio. Deje correr algún tiempo, y luego me insinué en el ánimo de Otelo, haciéndole entender que era muy sospechosa la amistad de Casio con su mujer. Las apariencias suyas, eran propias para seducir a las hembras. Por otra parte, el moro era un hombre sencillo y crédulo: a todos cree buenos, y se dejó llevar de las riendas, como un asno.
¡Yo encontré el medio! ¡Engendré mi plan! ¡Y El infierno le dió luz para salir!