top of page

Monólogo de Desdemona

Autoras: Leila Camou y Grisel López Cruz

Desdemona habla cuando Emilia muere. Se escucha a alguien cantando o susurrando una melodía.

 

¿Qué anunció tu canto, ama querida? Escúchame si aún me oyes: quiero morir cantando como el cisne. (Canta). Canta el sauce y su verdor frondoso ... Moro, fue casta; moro cruel, te amaba. Verdad te digo, así la gloria logre. Y hablando tal cual pienso, muero, ¡ay!, muero. (Muere).

 

 

Desdémona está de espalda, de rodillas, detrás de una sábana blanca de cama (representa la muerte, con la cual se cubre / teatro de sombra ?). Se ve su sombra.Se escucha la melodía. Tal vez es ella. Tiene puesta una camiseta blanca para dormir.

 

(Llorando y gritando)  Emilia, ¡Nooooo! ¡No te dejes morir! Hermana, amiga mía, cómplice de mis escapadas. Deja de cantar, esa canción, te lleva....te lleva a la muerte... (se rinde) Emilia... (llora) Por mi culpa, por mi culpa...? (llora y aprieta los dientes) ¡No!...¡por él!¡por ellos!¡por Otelo! ¡por los que callaron! (enojada, con furia, sale de detrás de la sábana llamándolo. Parece que lo quiere confrontar o vengarse).

 

Frente a la sábana.

 

(Al público) Sean testigos, ahora, en este momento. Sean testigos por favor, para que esto no vuelva a ocurrir. La única que podía defenderme se ha ido y con ella mi esperanza de salvarme de la desgracia. Yo no  podré convencerles de que soy inocente de estas falsas acusaciones. De cualquier forma no me escucharían. Por ser mujer, soy un fantasma, no me preguntan ni les importa si algo tengo que decir. Mi derecho a defenderme se desvanece con mi muerte.Emilia quiso hablar, salvarme de la perversa crueldad de su marido, que, con palabras, envenenó la mente de mi amado. Pero llegó demasiado tarde. Hasta en la muerte me acompaña. ¿Se lo merecía? ¡No!Su único pecado fue ser mi fiel amiga, mi cómplice,sabiendo muy bien que todos, todos estarían en contra de esta relación. No hagan como yo, creyendo que el amor incondicional lo puede todo. (se ríe, irónica)

 

A Otelo

 

(Enfurecida) ¿Me escuchas Otelo? "¡El amor lo puede todo!" ¿Te acuerdas? Esas palabras eran las nuestras cuando... (Se desvanece, su voz es triste) Cuando tus manos tenían otro propósito (se toca la garganta).

 

Siempre pensé que algo en ti te diferenciaba de los demás. ¿Sabes que no me acuerdo ni el rostro ni el nombre de un solo de los pretendientes que me presentó mi padre? Sì les sonreía, y actuaba como se debe mi posición. Pero solo mi apariencia actuaba como la hija que debe disimular su descontento. Mi sonrisa te estaba destinada, porque sabía que en unas horas, con la ayuda de Emilia, no tendría que fingir más, no tendría que recibir a duques, condes o senadores. Esos largos días en los que prefería descansar en vez de recibir visitas y propuestas de matrimonio“convenientes”. Quería dormir, tener el vigor necesario para cuando pasaras por la ventana de mi cuarto y me desvelaría hasta horas imposibles, hasta  que se despertara mi padre. Si por error te encontraba,te hubiera matado , en ese mismo instante, ¡sin preguntas!Pero esa fatalidad no nos asustaba, ni a ti ni a mí, mientras podíamos descubrir cómo se encontraban nuestros sentidos.

 

(Parte erótica-¿tras la tela?)

En las flores blancas de mi regazo

te esperaba tendida, colmada de inocencia

 a que tomaras con la fuerza apasionada

mi entera certeza de lo eterno

La flor que un cuervo toma y devora

con el ansia de saciar el hambre

que se entrega con dolor en las alas de la muerte.

 

Mi amor arroje a tu oscura piel

como el día que se rinde a la noche

Mis piernas deseando el calor

como una estocada

que mata lentamente

Y dentro uno del otro

te dejaba matar mi deseo.

 

 

 

Cuando fuimos delatados, pensé que esos momentos de euforia estaban perdidos para siempre, qué tendría que ser testigo de tu muerte. ¿Cómo la hija del senador Brabancio podía juntarse con este moro salvaje? Como si los ojos se pudieran cerrar al amor. Sí Otelo, así hablan de las personas como tú : ser inferior, moro, negro, salvaje, ¡bárbaro!Tú no has visto nunca el furor de mi padre cómo yo lo vi. Seguramente después de matarte, me hubiera matado, a su propia hija y así me  quitaba la pena de  imaginar de qué forma te podría alcanzar.

 

¡No pensé ni por instante abandonarte, Otelo! Yo quería estar contigo en la vida o en la muerte, ¿Cómo pudiste dudarlo? ¿Tú sabes la valentía que se necesita para asumir este amor?

 

Y no, no fueron los relatos de tus heroicas batallas los que me sedujeron. Ese argumento fue suficiente para convencer a los hombres que se valoran entre ellos por las medallas que se cuelgan, esas son las pesadas cargas que se ponen los hombres:  te necesitan para ganar sus batallas. Ese es tu único valor ante sus ojos, lo que les puedes aportar.

 

Tus hazañas me hicieron viajar, descubrir otras culturas, otros paisajes, pero lo que me enamoró fuiste tú Otelo, solamente tú sin títulos, ni medallas. No me drogaste cómo te acusó mi padre, ni con plantas ni con palabras. Te deseo a ti Otelo. A ti, hombre de mis sueños. Ellos te aceptaron por tus dotes militares, pero yo te quiero a ti, quiero tu boca, tu piel oscura, tus manos... cuando aún eran caricias.

 

¿Porqué es tan difícil creerlo, Otelo?

 

Mi padre dice que la gente como tú están hechos para asustar, no para agradar. Tus manos le dieron la razón. Tus manos... le dieron la razón... (llora). No solo él cree que eres menos, sino ¡tú también!

 

No me hagas creer que Yago tiene toda la culpa. No, sería demasiado fácil. Él jugó con tus fantasmas pero tú estabas dispuesto a dejarte envenenar, ¡porque tu mismo no sientes que mereces este amor! ¡Asúmelo! Este amor incondicional, sin color, sin clases, sin juicio, ¡sin honores! Acuérdate de todo lo que has vivido, cómo combatiste, te lastimaron, ¡te escupieron! Fuiste comprado y vendido cómo esclavo. Pero siempre te volvías a levantar, no aceptaste una sola derrota.

 

¿Sientes que te mereces el nombre de senador? Pero se necesita más para creerse superior a los demás ¡Otelo! ¡ ¡Se necesita amor propio! Sigues siendo esclavo de lo que imaginan de ti ¡Un bárbaro! ¡Mira que hiciste! ¡Cumpliste con la profecía! ¡Les dejaste escribir tu destino!

 

¿Porqué no me escuchaste cuando te dije que era inocente? ¿Merecía tus golpes? Tu celo ciego me llevó a la muerte sin pensar  en el amor que te inunda de todo mi ser.

 

Pero así es el destino de mi condición,  de ser mujer y ser objetos arrebatos infundados. Nos necesitan, pero cuando la frustración los alcanza, estamos en primera línea para recibir la podredumbre que traen dentro. No tengo la credibilidad de mi ser, ustedes hombres, deciden por mí. Mi padre me puso el nombre de Puta, ¿te acuerdas? Por amar a un moro pero, sobre todo, por no actuar según sus deseos.. . Me juzgó por escoger mi destino y no ser una medalla que se pudiera colgar en el pecho y mostrarla como un triunfo propio; por ser callada y sumisa.

 

Solo valgo si los seduzco, si actuó como quieren.

 

¡No soy puta papá por amar al negro!

¡No soy puta Otelo! Solo el papel principal de tu podrida imaginación ¡Si hubieras confiado en mí, en ti! ¡Solo el amor y no la desgracia nos habría encontrado!

 

 

¿Puta me quieren ver para justificar sus miserables actos?

 

 

Mi palabra es sincera, pero desafortunadamente no tienen autoridad.

Y  tampoco tú Emilia...

 

Te perdono padre porque así aprendiste de tus ancestros, te perdono, Otelo por dejar que tu pobre amor propio se desvaneciera con cada duda. Tu miedo al amor te convirtió en el sepulcro de mis caricias que terminó ahogando mi voz entre tus manos de asesino. se adueñó  de ti, tu miedo a ser amado.

 

Les perdono hombres. Porque estoy convencida de que también son víctimas del mundo y la sociedad de monstruos  que dejamos crecer mientras callamos.

 

 

El silencio nos hace culpables así que sean testigos (al público) tú y tú, sean testigos porque yo ya no estoy. Morí sin ser reclamada y (al público) tú, tú, tú y tú son los que ahora pueden cambiar las cosas, levanten la voz, eduquen a sus hijas e hijos con valores de amor, respeto y humildad. Esas son las medallas que no son cargas en los hombres.

 

 

(A Emilia) Tal vez tienes razón Emilia, tal vez estoy mejor donde estoy. Ahora si blanca como la muerte. En esta vida he sido honesta, pero no escuchada, en esta vida amé y fui tratada de puta, en esta vida creí que el amor y la igualdad vencería hasta desafiar mi sangre, pero aun el hombre no tiene el corazón suficientemente abierto para amarse a sí mismo.

Tal vez prefiero ser sacrificada que matar y quedarme en esa ilusión tan bella y atractiva de que algún día iguales seremos.

 

 

(Sigue cantando la canción del principio. Agarra la sábana, se acuesta y se cubre con ella).

  • Negro Facebook Icono

© 2022

 Conejo Blanco SMA

bottom of page